
Sombras. Angustia. Desesperación. La más absoluta oscuridad es lo único que podemos distinguir entre las brumas que nos rodean. Solo se oye el rumor lejano del frío viento removiendo el polvo del campo de batalla. El futuro es incierto y decadente. Ya nada importa. El Fin está cerca.
El mundo se agita y convulsiona violentamente. Sabe lo que está por venir y pide ayuda llorando desconsoladamente. Sus entrañas arden, sus heridas se abren.
Los incontables errores cometidos por los pobladores del mundo desde el Inicio de los Tiempos, desde la llegada de los Titanes a Azeroth, han sido los causantes de esta espiral de sangre, muerte, destrucción y caos. Todo acabará en una explosión de azufre y fuego que nos condenará por completo a permanecer por siempre en el Vacío Abisal, convertidos en polvo y ceniza, sin mayor recuerdo que nuestra último estertor, nuestro último y doloroso hilo de vida, nuestra fatal agonía. Habrá sido una existencia inútil, intrascendente. La vida habrá sido conocida como una experiencia vacua y carente de sentido.
El principal error de los habitantes del mundo es luchar contra el enemigo equivocado. El rival a batir no son los demonios. No son los monstruos y bestias que existen en Azeroth. El verdadero enemigo reside en lo más profundo de nuestro interior. Está acechando para sacar nuestro lado más oscuro al exterior y manifestarse en lo peor de nosotros. El odio, la mentira, la rabia, la envidia... Nos gobiernan, nos poseen y nos manipulan, haciéndonos vulnerables, convirtiéndonos en cascarones vacíos. Nos debilitan.
Nuestras armas serán los Valores




Necesitamos emplear armas, nuestras armas, para esta batalla interna que libraremos. Ofreceremos estoica resistencia contra el tenebroso lado sombrío que todos tenemos.
Todos los que elegimos el camino del guerrero debemos eventualmente enfrentarnos a nosotros mismos. Y luchar. Debemos luchar y decidir quiénes somos en realidad.
Puede que la lucha sea difícil. Pesimismo, ira y crueldad a menudo parecen superar a la bondad, la paz y el honor. Ni ante el burlón rostro de nuestra mitad oscura, no podemos rendirnos. La victoria no se encuentra alcanzando nuestro ilimitado poder rindiéndonos a él, sino dominándolo. Toda luz tiene su sombra... Pero no debemos dejar que la nuestra nos derrote.
Solo así la Esperanza permanecerá en los latidos de nuestros corazones. Solo así podremos levantarnos de nuevo y resurgir de nuestras cenizas para alcanzar nuevas metas, solo de esta forma podremos volver a ver la Luz al final del túnel.

Nuestras armas serán los Valores. Ellos nos fortalecen frente a nuestros más mundanos y bajos instintos, frente a nuestros demonios interiores. Son la herramienta para disolver nuestros miedos y temores, nos dan la convicción necesaria en nuestras acciones para afrontar la batalla. Estos Valores han sido olvidados en el oscuro pozo del Olvido, se encuentran recluídos en el desprecio y la ignorancia, pero los rescataremos sacrificando nuestras vidas si fuera necesario. Son la llave que nos abrirá las puertas de la salvación. Por ello, pronunciamos este sagrado juramento, como un deseo latente, como un grito de guerra, como la máxima expresión de nuestra Fe:

"Juramos ser la espada que atraviese el pecho del malvado déspota, del intransigente, del asesino sanguinario y del deshonesto y ruín. Seremos la fuerza que caerá del cielo, esparciendo una bendición que durante milenios protegerá esta tierra y todo lo que en ella habita, haciendo honor a nuestro credo y a nuestro clan, y a la promesa que pronunciamos de manera solemne y voluntaria.
Juramos preservar los valores que hacen de esta la mas gloriosa de las alianzas, forjando así una leyenda que ni el tiempo podrá quebrar.
Juramos ser valientes, jamás huir ante la adversidad, ser honrados, pues no hemos de coaccionar ni engañar para obtener lo pretendido.
Juramos que profesaremos el temple, saber permanecer firmes ante la tentación, ser empáticos, para obrar de manera correcta.
Juramos ser altruistas, pues ayudar al prójimo cuando lo necesita es mandato divino.
Comprometernos con lo jurado, para así dar credibilidad a nuestras palabras. Ser bondadosos, y así actuar bajo los designios benévolos de nuestros corazones.
Sabios, para conocer nuestro mundo y aquello que mora en él. Justos, para defender al necesitado con nuestras artes.
Compasivos, juramos no quitar la vida a la ligera. Respetuosos, para con nuestros semejantes, respetando su visión del mundo, y leal, amando a nuestros compañeros, amigos y familiares.
Juramos ser los instrumentos de las Antiguas Enseñanzas hasta la hora de nuestras muertes, en que la parca nos lleve y solo de nosotros quede polvo ceniciento y nuestros nombres en la posteridad, para ello entregamos nuestras vidas y nuestro conocimiento, y lo ponemos al servicio de los Valores anteriormente descritos."
Por: Alarik Vientolunar