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Un destello de Luz en la ceguera de un Paladín

El noble caballero Lirthas Brightblade, aspirante a formar parte del Cónclave de Piedra, fue causante de una gran discusión en la Sede cuando llegaron a sus oídos que la justa causa de esta hermandad era defendida también por brujos y Caballeros de la Muerte... 

Tras el encuentro, las discusiones y las hostilidades, Lirthas Brightblade se marcha de la Sede del Cónclave de Piedra y va a calmar los nervios y analizar lo ocurrido hace tan solo unos minutos.

Después de analizar todo, toma la decisión de irse de Ventormenta, no sabe a dónde, pero ya no hay nada que le ate a seguir en esta ciudad.

Decide pasarse por la taberna que está en el Parque de Ventormenta antes de irse para tomar algo.


Al poco rato de estar sentado observa que entran por la puerta Reenn, Kyanus y el mismísimo Yusaso. Lirthas clava los ojos en él y viceversa.


Unos minutos más tarde Reen y Kyanus se acercan al paladín.


Kyanus le dice:

-¿Por qué das tanta importancia a la naturaleza del poder de la gente? Lo importante no es cómo lo hacen, sino lo que consiguen.

El paladín no le hace caso y dice sin ni siquiera mirarlo:

-Me voy de Ventormenta.

A lo que Kyanus contesta:

-Si alguna vez cambias de opinión y parecer sabes donde encontrarnos.

Kyanus se da la vuelta y se pone a hablar con varias personas que habían en la taberna. Reen sin embargo se queda con él y le dice:

-Es una pena, Alarik tenía grandes expectativas contigo, pero veo que se equivocaba.

El paladín hace caso omiso del pícaro y se generan varios segundos incómodos de silencio. Al fin el pícaro decide romper el silencio diciendo:

-Tirion Vadin también es paladín y lucha junto a Caballeros de la Muerte contra El Rey Exánime y la plaga.

En ese momento el paladín se fija por primera vez en el pícaro y se interesa por saber esa historia.

Reenn le cuenta la historia pero el paladín no le cree y decide marcharse sin más.


Al salir de la taberna, Lirthas y Yusaso vuelven a cruzar frías miradas.

Lirthas recoge sus pocos bienes que tenía en la posada donde se alojaba y decide partir sin más de Ventormenta.

A los pocos minutos de salir de Ventormenta empieza a oscurecer y a caer un diluvio. Parece como si el cielo llorase tras la marcha de Lirthas.


El paladín decide guarecerse bajo un árbol para esperar que pase la tormenta. En ese momento un escuadrón de seis ladrones Defias rodean al paladín.

-Danos todo lo que tengas si no quieres problemas.

-Lo siento pero soy un hombre de fe, no tengo oro.

-Pues danos esa espada tan brillante y tan grande.

-Lo siento pero esta espada es la espada de mi padre, antes morir que dársela a unos ladrones que no conocen el honor.

En ese momento un ladrón se abalanzó sobre Lirthas, este lo esquivó pero recibió un corte en el brazo.


El paladín grita:

-¡¡Qué la Luz me ayude!!

En ese momento, el suelo toma un color amarillo reluciente y hace daño a los ladrones. Estos retroceden.


Lirthas se lanza con la espada en alto y le da un tajo mortal a un ladrón.


Se gira y grita:

-¡¡Por el poder de la Luz!!

Lanza una ráfaga de luz contra otro ladrón que estaba a siete metros.


Al momento un ladrón le ataca y el paladín lo esquiva y le asesta un corte de una longitud tremenda.

Un caballero oscuro corre hacia el combate  y el paladín se fija en él.


En un momento, y sin que el paladín se diera cuenta, un ladrón le clava su daga en la espalda.

En ese momento, Lirthas se queda estático y ve cómo el caballero oscuro (que le resultaba familiar) congela al ladrón que apuñaló al paladín y, en un movimiento rapidísimo, casi sobrenatural, decapita de un tajo a los dos ladrones que quedan.

Lirthas se cae al suelo mareado y el caballero oscuro se arrodilla a su lado.

Lirthas se fija en esos ojos de un brillo azul extraño y le dice:

-Te con... te conozco.


-Será mejor que no hables, estás malherido.

En ese momento el paladín pierde el conocimiento y Thierry le hace un vendaje rápido con unas vendas que contenían una pequeña parte del poder de escarcha del Caballero de la Muerte.

Tras acabar con su vendaje, Thierry invoca su caballo negro, lo sube a su lomo y se lo lleva a la Sede de el Cónclave de piedra.

Al llegar a la Sede, le quita la armadura al paladín y lo pone al lado del fuego para secarlo, pues estaba empapado de la lluvia.

Thierry pide ayuda a Reenn por la piedra y este acude rápidamente a la sede. El pícaro sabe mucho acerca de las heridas realizadas por dagas, y le dice a Thierry que lo separe del fuego, porque hay más riesgo de que se infecte la herida y le suba la fiebre.

Deciden ponerlo en la barra del bar de la Sede. En ese momento entra la nueva integrante del Cónclave de Piedra, Alvi.

Thierry tiene que controlar como puede a Alvi porque no para de tocar al inconsciente paladín, hasta incluso lo convierte en oveja. Thierry regaña a Alvi seriamente y esta se va un poco triste.


Reenn y Thierry toman asiento y se ponen a hablar acerca de lo que ha pasado. 

Tras velar varias horas y controlar el estado del paladín, llaman a Alvi para que vigile a Lirthas porque ellos dos y Kyanus tienen pendiente una misión. Thierry habla muy seriamente con Alvi y le dice que es su primera misión en el Cónclave de Piedra, que le tiene que cuidar como si le fuese la vida en ello. Alvi por primera vez se pone muy recta y se lo toma muy en serio.

 

Alvi vela a Lirthas toda la lluviosa noche. En ocasiones se agita en sueños y dice cosas sin sentido, aunque a veces se entiende como: "¡Cuidado mamá!" o "Lo siento mamá".

Es complicado que sobreviva a la noche, pero las vendas especiales de Thierry impiden que se infecte la herida y ayudan a cicatrizar.

Al día siguiente, Kyanus y Reen llegan del viaje de Tierras del Interior, relevan a Alvi, que había cumplido perfectamente su labor, aunque algún garabato hay en la cara del paladín dormido.


Reen le camba las vendas y le pone otras nuevas empapadas en yodo.


Kyanus le cambia el trapo de la frente y lo moja en agua fría cada cierto tiempo.

Al anochecer, Alarik llega a la sede, pregunta a sus hermanos por el viaje y se da cuenta del cuerpo que está dormido encima de la barra y cubierto de vendas.

-¿Quién es ese? -dice.

Renn dice que es Lirthas, el paladín del otro día.


Alarik lo reconoce al momento y se pone a hablar con Reen y Kyanus acerca de lo ocurrido. Reen solo le cuenta lo poco que sabe.

-Thierry lo trajo ayer malherido, lo salvó de los Defias que le atacaron a unos kilómetros de Ventormenta.

Tras explicar lo ocurrido, Lirthas se despierta con tanto alboroto. Abre los ojos confuso, mareado y dolorido. No sabe dónde se encuentra, ni por qué tiene un dolor horrible en la zona lumbar de la espalda.

Alarik le intenta tranquilizar con una voz dulce y calmada.

-Tranquilo ya estás a salvo, no pasa nada.

Lirthas, medio perdido todavía, reconoce la voz: es el elfo, el Gran Maestre del Cónclave de Piedra.

-¿Qué me ha pasado? -pregunta el paladín.

Alarik y los demás le explican todo lo ocurrido.

El orgullo del paladín es muy grande y se intenta incorporar para no parecer débil, pero el dolor no le deja y se vuelve a tumbar.

-Tranquilo, estás como en tu casa. No tienes nada de qué preocuparte.

Alarik ve las heridas de Lirthas y se da cuenta de que son feas, puede ser que las vendas especiales de Thierry hayan ayudado a mantenerlo con vida, pero no son suficientes para sanar la herida.

-No te muevas, intentaré curarte la herida del todo, aunque no será fácil.

Lirthas se queda unos segundos callado, pero al final asiente.


Alarik se pone más serio que de costumbre y manda silencio a sus hermanos para concentrarse.


Al cabo de unos segundos, Alarik se convierte en un árbol andante.


Todos se impresionan mucho, en especial el pícaro y la gnoma.

-Con esta forma puedo canalizar y obtener más poder de la naturaleza para poder realizar una cura tan potente.

Pasan unos minutos y no se escucha en la Sede ni el ruido de una mosca, hasta Alvi estaba fija en el druida.

La sala se llena de una luz muy potente de un color verde esmeralda.


Lirthas nota cómo el poder de la naturaleza fluye por su cuerpo. Poco a poco su cansancio y dolor van remitiendo. 

Como por arte de magia, la herida mortal que tenía Lirthas es totalmente sanada, se encuentra como nuevo. 

Alarik se apoya en la barra, agotado del esfuerzo.


Lirthas loco de contento se postra en el suelo frente a Alarik y le da las gracias de todo corazón por gastar sus energías en él.


El elfo le contesta:

-No me tienes que agradecer nada. Nosotros hacemos esto como vocación, ayudamos al que lo necesita. Además lo que hice yo tiene menos importancia. Thierry te salvó y te trajo a nuestra Sede, Alvi veló y te cuidó toda la noche. Y Kyanus y Reen han venido de un viaje muy largo y han estado todo el día contigo, incluso te han cambiado los vendajes.

Lirthas con los ojos vidriosos agradece a todos su labor de corazón.


Pero hay algo que no se le borra de la cabeza y es la figura del caballero oscuro que le ayudó.
En ese momento cambia el semblante totalmente y le pregunta a Alarik muy serio:

-Me dijiste que en el Cónclave de Piedra había Caballeros de la Muerte.


-Sí -contesta Alarik igual de serio.


-¿El caballero oscuro que me salvó, Thierry, es un Caballero de la Muerte?
-En efecto.

En ese momento Lirthas se muerde el labio y quita la mirada.


Está confundido, no puede creer que alguien que él repudia le haya salvado la vida sin obtener un beneficio.

En ese momento se queda como ido pensando en todo lo ocurrido. "No puede ser, no puede ser", se dice a sí mismo continuamente.

Al cabo de unos minutos vuelve en sí y dice.

-Os agradezco mucho a todos lo que habéis hecho por mi. Disculpadme, salgo afuera a tomar el aire.

El paladín sale de la Sede como un zombie inmerso en sus pensamientos, y se va a pensar.
 

"¿Puede ser verdad que alguien que abandonó la luz para sumirse en la oscuridad y que utiliza artes oscuras puede tener corazón y salvar la vida a alguien sin un interés?"


"¿He estado toda mi vida equivocado?"

-No puede ser, esa gente no merece vivir.

Pero al rato se vuelve a hacer las mismas preguntas

Lirthas se repite toda la noche esas preguntas una y otra vez mientras mira a la nada, sentado en el puente.

¿Puede ser que haya cambiado algo en la mentalidad del paladín después de estas experiencias...?

Tras pasar la noche en vela inmerso en sus pensamientos, Lirthas va a la taberna de Emisarios de Valinor a seguir pensando en lo ocurrido.


Pide una copa de vino y se sienta. Pasan las horas y el paladín no prueba la bebida. No pestañea, tiene la mirada perdida y un aspecto horrible. Cualquiera que lo viera pensaría que está desquiciado.

Pasan las horas y el sol se esconde en el horizonte para dar paso a la luna. 


Reen entra en la taberna y se sorprende al ver al paladín.

-¿Lirthas? -el pícaro se preocupa al ver la cara inexpresiva y demacrada del paladín.

Lirthas ni se inmuta de la presencia de el pícaro y este insiste.

-Lirthas, ¿estás bien?

Lirthas da un pequeño sobresalto al no haber visto a Reen.

-Ohh, hola, Reen, ¿cómo estás? -dice el paladín sin entusiasmo.

-Me gustaría saber que tal estás después de la herida.

-Bien, bien.

Reen toma asiento.

-Me estoy volviendo loco -dice al fin el Caballero de la Rosa-. No me entra en la cabeza nada de lo que ha ocurrido. No me puedo creer que alguien que traicionó a la Luz y ha cogido la oscuridad en su corazón me haya salvado la vida, a mí, a alguien que no haría lo mismo si se cambiasen las tornas. Es como si todo lo que he aprendido, lo que me han inculcado y lo que considero justo fuera una mentira.


Reen suspira y le dice al fin.

-Creo que te tendré que contar algo más a cerca de la historia de Thierry. Thierry no es un traidor de la Luz, él también fue paladín, de Lordaeron como tú, y luchó con valía contra el Rey Exánime. Fue asesinado y condenado a ser resucitado y luchar bajo su mandato. Hizo muchas cosas horribles bajo el control de Arthas hasta que él y otros muchos Caballeros de la Muerte se libraron de esa maldición. Desde entonces, Thierry carga con un terrible pesar por las cosas que ha hecho en su pasado. Y él de alguna manera ha decidido hacer el bien, más incluso que muchos paladines que veneran la Luz.


Lirthas mira a Reen y sus ojos se llenan de lágrimas.

-Yo creía que los Caballeros de la Muerte traicionaron a la luz por voluntad propia y tenían consciencia de lo que hacían.

-Pues no, Thierry nunca ha hecho el mal siendo consciente de ello. Piensa en lo que te he dicho, esa es la verdad.

Lirthas se queda pensando en todas las novedades que ha recibido.


Se hace más tarde y el paladín decide irse a descansar a la Rosa Áurea.

Al día siguiente y tras mucho meditar decide ir a la Sede de el Cónclave de Piedra para hablar con Alarik y los demás integrantes.

En la Sede estaban Reen, Yusaso, Alvi y Alarik.


Lirthas les cuenta que ha pensado mucho en lo ocurrido estos días atrás, y que algo en él ha cambiado. No sabe muy bien cómo, pero no piensa exactamente igual que antes.


Lirthas se postra en el suelo y empieza a sollozar contando la conversación que tuvieron Reen y él el día de antes. Se siente culpable por lo injusto que ha sido en juzgar a la gente, por la naturaleza de sus poderes, y querer exterminarlos sin ni siquiera pararse a pensar qué hechos o situaciones les han llevado a aprender dicho poder.


El Caballero de la Rosa jura delante de todos que no volverá a tener prejuicios ni juzgar a nadie antes de conocer su historia.

Alarik le sonríe y le dice:

-Me alegro de que pienses así. Thierry solo hizo lo que cualquiera del Cónclave de Piedra hubiera hecho al ver a alguien en apuros.

Lirthas se vuelve a arrodillar y le dice al Gran Maestre.

-Me encantaría ingresar en el Cónclave de Piedra y ayudar en todo lo que pueda. Con esta experiencia he descubierto que todos los integrantes son honorables y gente de bien. Me habéis salvado de la muerte, me habéis cuidado y me habéis curado. Y lo más importante, me habéis abierto un poco los ojos y me gustaría que se abrieran del todo, y sé que con vosotros lo conseguiré.

Alarik y los demás le sonríen, y el elfo le dice:

-Lirthas Brightblade, sé que tu corazón es noble y puro, y que ayudarás mucho al Cónclave de Piedra en su lucha contra el mal. Creo que el destino te ha traído a nosotros y no ha querido nunca que te vayas.


Tras esas palabras todos están conformes con el ingreso de Lirthas y realizan la iniciación.

Lirthas Brightblade "El Caballero de la Rosa" ya es miembro del Cónclave de Piedra.


Unas horas más tarde, Lirthas duerme en su cama de La Rosa Áurea y su cara refleja un bienestar y una felicidad plena. Por fin ha encontrado su sitio.

Por: Lirthas Brightblade

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